Están vestidas con uniformes verdes y llevan rifles.
Su entrenamiento es militar y su objetivo es uno: proteger a una de las poblaciones más grandes de elefantes que existe en África.
Se ubican en la primera línea de combate contra la caza furtiva.
Vigilan una reserva natural en Zimbabue y sus integrantes conforman la unidad Akashinga, que significa: “Las valientes”.
Entre sus integrantes hay víctimas de violencia doméstica, mujeres en situación de pobreza y madres solteras.
De acuerdo con la organización que creó esa unidad, la Fundación Internacional contra la Caza Furtiva (IAPF por sus siglas en inglés), se trata de un modelo de conservación impulsado desde la comunidad que también busca empoderar a las mujeres.
Vimbai Kumire, una de las guardabosques, ha visto su vida transformarse desde que se unió a esa fuerza.
“Si le haces algo malo a mis animales, te atraparé”, dice.
Además de ayudar a evitar la extinción de los animales, quiere demostrar que ese trabajo no es exclusivo de hombres.